De contrastes y estrechos, viste forjar mi humilde cuerpo a las riveras de tus quebradas riachuelos me lavaban.
Karukinká piel mía, alma mía y corazón de barro, tú me das alimentos, y me abates con tu mano, que me da de beber y que me castiga mi mal proceder.
Me regalas una hembra digna de tu son, con aroma a canela y terrones de pura pasión, yo la tomo y la hago mía frente a una luna estéril algo fría.
Las hierbas que me sanan y las criaturas que sacian mi hambre, sus pieles cubren mi cuerpo y el de mi mujer y dan calor a los primeros días de mi primogénito ser.
Cuanto me das, cuanto me concientes a mi y a mi pueblo, cuanto amor y cuanto color, pero se también de tu malestar y tu repentina furia capaz de trazar brazos de agua y separarnos de nuestros hermanos continentales.
Hace más de 10.000 años que yo era un niño y luego un hombre, hace mas de 10.000 años que mi gente habito estos parajes, hace ya 10.000 años que dejamos de existir…
Karukinká, Karukinká…
“En Honor al pueblo originario Selk-Nam que habitaron tierra del fuego hace ya mas de 10.000 años y eliminados por el hombre blanco, hoy ya no queda nadie que hable su lengua, una raza, un pueblo, una cultura extinguida.”